Anagrama 2005
No me extrañaría que dentro de muy poco, sagas como esta se conviertan en los nuevos clásicos de la literatura juvenil. Al igual que Trainspotting en 1992, Porno entusiasma a las nuevas generaciones de lectores en todo el mundo por ser un voluminoso y detallado compendio de cultura pop llevada a extremos delirantes.
En algún momento al igual que Sick Boy, muchos creímos en la lucha de clases, en la guerra de los sexos y en nuestra propia tribu. Creímos en un sector joven e inteligente que confrontaba a las masas lobotomizadas por el consumo y la televisión. Creímos en todo aquello que tuviera que ver con un estilo de vida en franca oposición al Sistema, ello nos volvía militantes de ese regimiento global de desesperados en busca de una razón para existir. Pero resulta que Simon David Williamson, carismático personaje de la clase obrera mejor conocido como Sick Boy en Trainspotting, diez años después le da la espalda a sus creencias para convertirse en aprendiz de yupie.
Las patas de gallo en su rostro de treintañero encienden los focos rojos del tiempo mientras recorre los pubs de Leith maquinando cómo volverse millonario. Leith vive una vertiginosa transformación como exclusivo barrio de negocios y Sick Boy busca urgido su tajada que le permita huir para siempre de un miserable cuartucho de las afueras. Pero como hábil prángana Sick Boy obtiene drogas y sexo disfrazándose con ropa de marca e imitando el acento y manierismos de los triunfadores. De hecho, es una especie de franquicia que busca expandirse a toda costa. Haciéndose cargo de un pub que antes fue de su tía, Sick Boy descubre que un conocido suyo, Ferry Lawson, se reúne a filmar sus orgías en uno de los salones privados. La pornografía es un negocio floreciente en Edimburgo y a Sick Boy no le costará trabajo echar a andar una pequeña empresa productora con sus viejos amigos. Todos ellos están demolidos, hartos de sus vidas y con una sed patológica de fama. Al describir a Renton, Sick Boy describe a sus socios y a él mismo: “¿Quién es? ¿Qué es? Un traidor, un delator, un cabrón, un esquirol, un egoísta egotista, todo aquello que cualquier oriundo de la clase obrera ha de ser para salir adelante en el nuevo orden mundial capitalista.”
Welsh utiliza recursos similares a los de la pornografía. Con agilidad y una imaginación retorcida recrea escenarios y situaciones satíricas e hiperrealistas que bien podrían ser el argumento de una película XXX de mucha calidad. Un antecedente directo del además autor de Acid house, entre otras obras de ficción situadas en Edimburgo, Escocia, su lugar de nacimiento en 1958, es el inglés Allan Sillitoe, quien en ese mismo año publicó su primer novela Sábado y Domingo (Joaquín Mortiz 1965), en ella hizo un vivo retrato de la juventud proletaria británica de la postguerra. Su personaje Arthur Seaton es tornero en una fábrica de bicicletas. En primera persona, narra su fin de semana bebiendo cerveza, peleando a golpes y acostándose con una mujer casada que al igual que Arthur, tiene todo el espíritu del rocanrol antes de que éste irrumpiera en Gran Bretaña. Su infructuosa lucha contra la autoridad está llena de sarcasmo y de una necesidad de escapar del presente a través de los excesos. En 1959, Sillitoe publica La Soledad del corredor de fondo (Debate 2000), colección de relatos donde nuevamente jóvenes de barrios marginales dan rienda suelta a su desesperanza mofándose de la autoridad a través de la violencia y los excesos.
Las obras de Welsh han renovado el interés por la figura del escritor como inadaptado y con escenarios plagados de drogas y sexo. Esto obliga a reconsiderar la influencia del también escocés Alexander Trocci, nacido en 1925. Icono demoniaco de la generación Beat, es el legítimo impulsor del renacimiento literario escocés de corte punk impulsado en la década de los noventa por la revista Rebel, que daría a conocer a Welsh. Adicto a las drogas y proxeneta, Trocci escribió dieciséis novelas pornográficas y una pequeña obra maestra en 1954, Young Adam. La editorial Olympia Press y su editor Maurice Girodias convertirían a Trocci en una figura literaria de culto en París y luego en Nueva York, donde ocho años después publicó Cain´s book. Cruel, fría y con el aliento literario de un heroinómano, una y otra vez insiste en el individuo como responsable de sus decisiones.
En Porno, una puesta al día de los temas de Sillitoe y Trocci, prevalece una fuerte conciencia de lo que significa pertenecer a la clase trabajadora y el sinsentido de su fatalismo. Aconseja Sick Boy: “Siempre que puedas, invierte, joder… Esa es la clave: eso es lo que distingue a los ganadores de los fracasados, lo que separa a los verdaderos cerebro de las finanzas de esos mamoncetes de buhoneros bocazas venidos a más… siempre oyes las denominadas historias de éxito que vocean los medios, pero en la vida real sabemos que son la punta del iceberg porque también vemos a lo fracasados:… echándole la culpa a todos menos a sí mismos por haberse dejado vender la mentira de que se puede llegar a la cima mediante faroles”.
Los amigos de Sick Boy no dudan en seguirlo mediante las mismas estrategias utilizadas por algún tiburón de los negocios o la bolsa. El Do it yourself punk es a final de cuentas la interpretación malsana de la mentalidad empresarial. No habrá saltos bruscos para que la banda debute en la industria del porno como actores y socios de Sick Boy. En el fondo nadie se engaña, todos se reconocen aburridos y desquiciados. El único “coherente” con sus principios resulta ser Begbie, excluido del negocio por violento, rencoroso y corto de miras. Begbie no se traga que la industria del porno y la de las drogas lo tienen todo: sexo, dinero y diversión. Ambas apuntalan los principios del neoliberalismo empresarial que aparenta abrir un lugar a sus amigos.
Siguiendo una idea de Ballard, diría que en la tradición literaria del siglo XX además de su marcada tendencia a la retrospección y el aislamiento, de su obsesión por la naturaleza subjetiva de la experiencia, su verdadero tema es la racionalización de la culpa. Sus elementos son la introspección, el pesimismo y la sofisticación. Y sin embargo, si algo ha correspondido a las últimas décadas del siglo XX y lo que va del XXI es el optimismo, la iconografía de la publicidad de masas y la ingenuidad.
Sick Boy vive extasiado en su lucidez de cocainómano: “Como especie ahora creemos que si el alma está localizada en alguna parte de nuestro cuerpo, es en el culo. Ahí es donde va todo a parar. Encaja. Por eso estamos obsesionados con chistes anales, sexo anal, pasatiempos anales…, el ojete, no el cerebro ni el espacio, es la última frontera. Eso es lo que nos convierte en revolucionarios.” Más adelante, pontifica ante su amante Nikki y estrella de su película: “A ver, ¿de dónde procede toda esta obsesión anal?... del porno. Estos cabrones son los auténticos pioneros. La pornografía estornuda y al día siguiente la cultura popular está resfriada. La gente quiere sexo, violencia, comida, animales domésticos, bricolage y humillación. Démoselo todo… fijaos en el sistema de clases, en los celos, en la amargura que resuma nuestra cultura: en Gran Bretaña queremos ver cómo le dan por el culo a la gente.”
Sick Boy sabe todo lo que hay que saber para ser exitoso. Pero el lugar que le corresponde a él y a sus amigos en la orgía de insensatez, codicia y simulación, requiere fuertes dosis de lubricante.
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