lunes, febrero 15, 2010

La hora cenital (publicado en la revista Día Siete 494, febrero 2010)


(imagen cortesía del archivo fotográfico del D. F.)

Vivo en el último piso de un viejo edificio sobre la avenida Bucareli. El barrio es un fallido intento de adaptación sin prejuicios de convivencia entre el poder que representa la sede de la Secretaría de Gobernación y hoteles, cines, la plaza de la Ciudadela, una biblioteca pública, el mercado de artesanías más importante de la ciudad; comercios, cantinas y restaurantes para todos los presupuestos; tres periódicos de circulación nacional, antros, escuelas, condominios recién edificados, un teatro, turistas, menesterosos y colonos variopintos. El caos vehicular y el cierre de calles por marchas y plantones corresponden a una cotidianidad donde la fe y la esperanza no llegan a ningún lado. Es una afrenta a la supuesta velocidad y la potencia de coches relumbrantes atascados a todas horas en Bucareli. Sus conductores sólo se sienten cómodos con los seguros puestos y las ventanas cerradas, aislados del exterior. Paul Virilio lo define en su Estética de la desaparición como las diferentes formas de desvanecimiento que experimenta el habitante de un país como éste.

Mi oficio de escritor se debe en buena medida a muchos años de vagabundeo, casi siempre en solitario, sin más presiones que mis propias inquietudes y no por construirme una personalidad autoral glorificando la sordidez bohemia de la ciudad que habito y padezco, y cuyas bastas dimensiones están fracturadas por la desmemoria y la desilusión. Para nuestros políticos y cierta clase media favorecida el D. F. puede ser el ombligo del mundo, para mí es la capital de la mendicidad y el robo. Odio, rencor, violencia y agandalle. Sin embargo, la crudeza transgresora de la vida en esta ciudad la vuelve fuente inagotable de historias sombrías y seductoras.

(fotografías tomadas por J. M.)

Todos los días cumplo con un riguroso hábito en desuso para la mayoría de mis conocidos: salir al puesto de la esquina para comprar dos periódicos, uno, de los considerados “serios”, lleno de analistas y noticias supuestamente relevantes; y otro dirigido al populacho, un tabloide que escurre sangre y silicona. Ambos a su modo, proponen encabezados que convierten a la nota roja y a la impunidad en asunto de seguridad nacional; la vulgaridad y un cruel sentido del humor rinden honores a la tragedia colectiva. No dejo de preguntarme cómo se las arreglan para escribir sobre México tantos especialistas que viven metidos en cabinas de radio y televisión, pegados a sus Palms dialogando con políticos, empresarios y demás privilegiados de nuestra sociedad. ¿Qué tanto puede saber del país alguien que nunca se sube al metro, se forma en un banco o en una oficina de gobierno?
A diario me pregunto si debo salir de casa así sea únicamente para comprar cigarrillos o pasear a mi perro. Ganas no me faltan de encerrarme para siempre y renunciar a todo. Siento que no pertenezco a ningún lado, que nada es mío. El ruido y la zozobra me acosan día y noche. Invaden mi intimidad. Sin remedio.
El barrio es un ejemplo de la negación permanente de una sociedad podrida; me advierte de los riesgos y desventuras que acechan en cualquier esquina. El miedo tiene ese cometido, volvernos astutos como animales de manada para evadir lo inevitable el mayor tiempo posible, pero siempre resignados, a que en cualquier momento las fauces de la tragedia se cierren sobre nuestros cuellos.
Si el deseo de destruirnos unos a los otros puede más que cualquier intento de convivencia, habría que dejarse llevar por la pasión, la locura y el desenfreno. De cualquier modo mi catastrofismo irresponsable determina mi presente.
Así es el barrio donde vivo. Anuncia en todo momento la hora cenital de la muerte y el olvido.

2 comentarios:

Jose Ramon Santana Vazquez dijo...

...traigo
sangre
de
la
tarde
herida
en
la
mano
y
una
vela
de
mi
corazón
para
invitarte
y
darte
este
alma
que
viene
para
compartir
contigo
tu
bello
blog
con
un
ramillete
de
oro
y
claveles
dentro...


desde mis
HORAS ROTAS
Y AULA DE PAZ


TE SIGO TU BLOG




CON saludos de la luna al
reflejarse en el mar de la
poesía...


AFECTUOSAMENTE:
HISTORIAS BAJO EL TALON DE HIERRO


ESPERO SEAN DE VUESTRO AGRADO EL POST POETIZADO DE CABALLO, LA CONQUISTA DE AMERICA CRISOL Y EL DE CREPUSCULO.

José
ramón...

El Frikis dijo...

Qué buena crónica, y esa frase con que remata el escrito está chidísima.
¡Saludos!