Los maestros encuadernadores y artistas gráficos Carlos Jiménez, Germán Fraustro y Jenny Jiménez, así como el librero y coleccionista Jorge Sanabria, propietario de la librería "La Estampa" en la Zona Rosa del DF.; tuvieron a bien producir y financiar esta bella edición para coleccionistas con mis Anforismos. Algunos de ellos ya habían sido publicados en el suplemento cultural Laberinto de Milenio, y en La Gaceta del Fondo de Cultura Ecónómica.
La edición consta de sólo 50 ejemplares, está hecha completamente a mano y cuenta con las litografías de la artista rusa Olga Rozanova, quien envió desde Praga el texto que sigue acontinuación para ser leído durante la presentación del pasado 23 de junio en la ciudad de México. A nombre de la editorial Bajos Fondos C. E., responsables de la producción del libro, le enviamos nuestro más profundo agradecimiento:
Los anforismos que esperamos a partir de esta noche hojeén insistentemente se han hecho presentes como efecto de una acción literaria. Pero no solamente. Su propia escritura deviene también en una pregunta, una quizá más vieja que la propia literatura: ¿cómo llamarle a aquellos objetos que nacen tan sólo como soportes pero comienzan a insubordinarse hasta alcanzar un sentido propio? Nos lo preguntamos enfocando este libro, el de papel, éste que comienza justamente con dos hojas en blanco, sin texto, hojas de respeto les llaman.
En otras palabras: J.M. Servín escribió una serie de textos breves y nos los entregó creyendo que nuestra tarea sería encontrarles un soporte físico para hacerlos legibles. Sin embargo –y a riesgo de que la confesión nos cueste parte de su amistad–, para nosotros los editores y artistas del libro su proceso de escritura fue, por el contrario, el soporte a nuestra propia acción. Lo que necesitábamos era un texto hecho con suficiente oficio, gracias al cual pudiera leerse –metafóricamente hablando– nuestro móvil supremo: imprimir y encuadernar, es decir Editar un libro, así, con “e” mayúscula.
De esta manera, el proyecto Anforismos atravesó el mundo de las palabras y empezó a encontrar otro sentido en la medida en que fue tornandose en materia. “…Y el verbo se hizo carne”, nos cuentan desde tiempos evangélicos, lo cual significa que ciertas redenciones exigen cruzar el umbral hacia el mundo de lo tangible, algo parecido a tomar una botella, abrirla y echar un buen trago de wiski para tocarlo con la garganta.
Los invito, pues, desde esta tierra aún roja, a un brindis más: al del objeto. Brindemos por aquello que quizá nace con un motivo preestablecido pero contra el cual puede rebelarse. Si después de muchos años el libro de Servín termina cerrado y empolvándose al fondo de una librería de viejo, no evitaremos cierta mueca de satisfacción: la de ver que un libro sabe existir aún sin ser leído.
Junio 2011,
O. R.
O. R.
3 comentarios:
Quiero un ejemplar!
Juan Manuel,¿En donde puedo encontrar este ejemplar?
yo te puedo conseguir ejemplares a 330 pesos, de otro modo tendrías que ir a la liibtería La Estampa, ubicada dentro del pasaje del Angel, en la Zona rosa del DF.
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