martes, enero 08, 2013

Gomorra

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Una manera de apreciar la valía de una obra literaria es no leerla al momento en que, como una novedad en el mercado, la crítica se vuelca en elogios muchas veces injustificados. Un libro que resiste el paso del tiempo se abre paso entre las montañas de basura editorial para llegar a los lectores con toda su fuerza derrumbando falsos prestigios.
Me pregunto si Gomorra (Mondadori 2007), de Roberto Saviano (Nápoles, 1979), se ha convertido ya en un clásico del periodismo de investigación criminal, con toda la  potencia de una novela negra. La Camorra napolitana, el “Sistema”, la lóbrega cotidianidad del sur de Italia marcada por los usos y costumbres mafiosos que corroen profundamente la estructura social, política y cultural de una región, son desmenuzados a profundidad en esta obra a caballo entre el testimonio autobiográfico, crónica policiaca y denuncia ecológica.
Saviano narra con tono desencantado y por momentos rabioso la omnipotencia corruptora de una organización criminal cuyas ramificaciones en todo el planeta la convierten en una empresa transnacional. El libro se sostiene por una sólida base documental producto de años de investigación y vivencias de Saviano como nativo de Nápoles, y como colaborador en los periódicos L´Espresso y La Repubblica de Italia, y  El País de España, entre otros medios extranjeros.

Resulta perturbador el recorrido de Saviano por Nápoles a veces desde una motoneta como las que usan los sicarios para ejecutar a sus víctimas, y a veces a pie, como un habitante más de una región donde la crueldad desmedida es sinónimo de poder económico. El autor ha declarado en entrevistas  que Gomorra trata sobre una realidad que pedía ser contada no porque él pensara cambiar el mundo, sino porque para hablar de su mundo debía hablar de la Camorra. La reconstrucción de la lógica del poder mafioso coludido con el poder político y empresarial se convierte en un delirante relato de un imperio delictivo, que comienza y termina bajo el signo de las mercancías en sus formas más variadas (videojuegos, relojes, ropa de marca). El puerto de  Nápoles es la Gomorra desde donde se entrecruzan las historias de miles de seres humanos que viven y mueren como carne de cañón de los grandes capitales globales.

A estas alturas se preguntará el lector  de esta colaboración por qué reseñar un libro que se publicó hace ya casi seis años. Pues porque en estos tiempo aciagos del presente mexicano, no conozco una obra periodística sobre el crimen organizado en nuestro país que alcance los niveles de intensidad, involucramiento, emoción y fiereza narrativa desde dentro del fenómeno mismo, como los que Saviano alcanza a lo largo de su libro. La industria editorial mexicana ha llenado las librerías de obras  y autores chatarra sobre el Narco y el crimen organizado promocionados como “especialistas”; de reportajes y novelas cuyo único mérito es colgarse de uno de los tantos filones de venta que da el morbo. Ante tal cantidad de desperdicio, resulta difícil hacer una criba en las mesas de novedades repletas investigaciones y ficción al vapor. Sin embargo, el lector cuidadoso encontrará disponible gracias a su calidad y éxito de ventas obras como la de Saviano para a través de un juego de espejos, entender mejor lo que pasa en México y lo que comienza a convertirse en una economía y cultura del crimen.
Saviano dice de sí mismo que no es un periodista porque carece de la disciplina del cronista. Se reconoce con la indisciplina del narrador pues el periodista tiene otros objetivos, tiene que dar la noticia y contar los detalles de lo que acaba de pasar y además debe respetar las exigencias de su editor. El narrador prescinde de todo eso. Gomorra es el absurdo del dinero a manos llenas y el poder desmedido, la pobreza humillante de millones de personas a merced de los caprichos de un “Boss” (un capo); es también la historia de un fenómeno delincuencial profundamente influido por los medios de comunicación y la sociedad del espectáculo, cuyos involucrados imitan la manera de vestir y ademanes de las estrellas del cine y de las figuras míticas del género de gánsters, incluido por supuesto, Tarantino.
Tan lejos y tan cerca del presente mexicano, Gomorra invita a reflexionar sobre la desmesura del crimen globalizado y sus implicaciones con el poder político y financiero. Qué difícil resulta no verlos como uno solo.
Gomorra es el horror narrado en primera persona, como si fuera el diario de quien se sabe por anticipado un condenado a muerte por aquellos que se sintieron traicionados y exhibidos.
Nadie sabe dónde se oculta Saviano. Ni si podrá escribir otro libro con la potencia de Gomorra.
Por lo pronto, aquí seguiremos esperando una crónica de largo aliento sobre el crimen organizado en México, que alcance los registros documentales de estremecedor
testimonio desde las entrañas del monstruo.

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