domingo, octubre 08, 2006

El gran error

Al mirar el reloj, eran las tres de la mañana. Mi mujer dormía y yo trataba de conseguirlo. Suelo culpar de mi insomnio a mis hábitos irregulares y sobre todo, al desmedido consumo de cafeína y cigarrillos. Pero esa madrugada parecida a otras muchas a lo largo de los años, me di cuenta del tiempo que llevo oponiendo una absurda resistencia a mis temores. Esconden una profunda soberbia. Me niego a aceptar mi lugar entre el montón.
Viajo enormes distancias en el transporte público y como la mayoría en este país padezco la impunidad lumpen del ambulantaje y la mendicidad alevosa de expresidiarios, agrupaciones indígenas, estruendosos djs ciegos y enfermos terminales con más vigor que la mayoría de los pasajeros. Con frecuencia tengo que realizar trámites de ventanilla denigrantes donde no hay respeto por el tiempo y prevalece la ley del talión. Fatiga, rencor e indolencia se apelmazan en los rostros de la transición democrática.
Llevo algunos años tratando de vivir de mi trabajo. Ello me obliga a preguntarme cómo es que he podido escribir tanto con el poco tiempo de que dispongo. La respuesta no me satisface. El placer que me causa la lectura de una novela (recientemente Mientras dan las nueve, de Leo Perutz) se transforma en la fantasía catastrofista de verme devorado por la incertidumbre y mi pasado. Sentado frente a la computadora lucho conmigo mismo. Sin embargo, lo que expongo contiene la esencia de mi escritura.
El porvenir no es muy claro. Las innumerables asociaciones filantropistas han corporativizado la indigencia nacional. Nos están llevando al baile. Los imagólogos aseguran que la imagen conviene a los objetivos del éxito. Hace diez años Carlos Slim aconsejó a un grupo de universitarios de la capital: la fortaleza y el equilibrio emocional están en la vida interior y en evitar aquellos sentimientos que corroen el alma: la envidia, los celos, la soberbia, la lujuria, el egoísmo, la venganza, la avaricia, la pereza, y que son venenos que se ingieren poco a poco. Más le vale entonces a un pueblo chamagoso cambiar su apariencia y derrotismo. No hay otra realidad admisible.
Podría considerarme un privilegiado ante la zozobra e indefensión que nadie en este país parece capaz de remediar a no ser a través de vituperios, encuestas y tablas porcentuales. Trabajo duro en mi oficio y sólo depende de mí el que llegue a dominarlo. No importa cuanto tarde. Pero bueno, ¿en esto se resume todo? Oleadas de soledad y apremios económicos, un vacío emocional y compromisos al garete. Debe haber un gran error. Un gran error que me empuja a seguir en la ruta de esta democracia selectiva.

1 comentario:

Rabia pura dijo...

Tiene cerca de 2 años que me tope con Cuartos para gente sola. Fue es una de esas idas a la biblioteca de filos y empezar a cazar libros sin ton ni son, y pues que aparece tu novela. La neta, esa publicidad “antes de amores perros” fue un mal gancho, pero el libro hablo por si solo y me impacto. No quiero fanfarronear, desde el cch, pues con toda esa adolescencia pues devoras todo lo beat que se te pone enfrente, ya después como que se entra en crisis y exploras otros caminos. Algunos muy malos, pero no todos. He venido siguiendo tu trabajo, por ejemplo en Periodismo Charter recomiendas ampliamente autores, pero muchos de ellos es casi imposible conseguirlos aquí, me he prendido de este tipo de literatura corrosiva y me late a morir.
De lo que pude rescatar es:

Alfred Chester. James is my heart’s desire
--------The exquisite corpse
--------Behold Goliath

Dannie M Martin. Committing journalism (Red Hog)
--------Xcités
--------The dishwasher
--------In the hat

Selby. Ultima salida a Brooklyn

Nelson Agren. The man with the golden arm
--------A walk on the wild side
--------The devil’s stocking
--------Never come morning

Alexander Trocchi. Young Adam

Pero estaría de perlas que recomendaras autores más accesibles. Te lo agradecería un chingo. Me falta decirte que si tienes algún ejemplar de Me ves y sufres, esta agotado y ninguna puta biblioteca lo tiene. Para terminar déjame te digo que Por amor al dólar esta exquisito. Sale carnal, espero tu respuesta.
Israel