Bibiana y yo, bien crudos, detrás del stand de Les Allusifs
Tuve la oportunidad de asistir al Salón du Livre de Paris celebrado en marzo de 2009. No fui invitado oficialmente pese a que soy miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte y a que tengo una novela recientemente traducida al francés. Debo suponer que Les Allusifs, la editorial quebequense que publicó Cuartos para gente sola en enero de 2009, no cumplió a tiempo con los protocolos que me harían digno de atención para el Centro Nacional del Libro Francés y CONACULTA. Dicen que santo que no es visto no es adorado. Sin embargo, hice el viaje gracias al apoyo financiero de Almadía, la editorial oaxaqueña que tiene los derechos de esa obra en español.
Durante una semana París celebró la literatura mexicana. El evento fue dedicado a México, y el país anfitrión realizó una esmerada difusión y cobertura mediática no sólo sobre los más de cuarenta escritores invitados oficialmente bajo la premisa de tener por lo menos una obra traducida al francés, sino del contexto social y cultural de México.
Con mi visita pude corroborar que la mayoría de los escritores mexicanos asistentes tenían sobrados méritos para representar al país. Muchos de ellos con más de un libro en las editoriales más importantes de Francia. Fui testigo de la nutrida asistencia a la feria, de la insólita reventa de boletos a la entrada del Salón en Porte de Versaille; la organización impecable y educada, el interés que provocó la literatura mexicana reflejada en los más de 22 mil títulos vendidos tanto en francés como en español de las obras disponibles, y de las atenciones a los escritores invitados. Incluso el clima, inusualmente soleado y fresco para esa época del año, parecía parte de las atenciones de los organizadores.
Por ello mismo me extraña la escasa difusión de los medios mexicanos para un evento de tal importancia, al desaprovechar esta oportunidad. Más allá de algunas notas informativas, de puntos de vista de algunos escritores como parte de miniencuestas y de las crónicas entusiastas de Proceso 1682 y 1690 correspondientes a enero y marzo respectivamente, no hubo nada que realzara la importancia de un evento literario con prestigio internacional con México por primera vez como invitado de honor. Creo que era una oportunidad de contraponer la imagen negativa que tiene el país internacionalmente, sobre todo tomando en cuenta que en plena semana del Salón du Livre, se discutía en ambos países el caso de Florence Cassez, la presunta secuestradora francesa condenada a 60 años de prisión en México.
Recorriendo las sofisticadas librerías de Saint Germain de Prés constaté que en sus aparadores se exhibían libros y fotografías de autores mexicanos, del mismo modo, en París abundó la publicidad del evento. Lo anterior haría pensar que esto llenaría de orgullo a las editoriales y autoridades culturales mexicanas y que semejantes atenciones darían material de sobra para la prensa cultural.
Sólo canal 22 hizo cobertura del Salón du Livre y se centró en algunos escritores como Jorge Volpi. Creo que no hace falta preguntar por qué.
Lejos de quejarme, sólo preguntaría a qué se debió lo que considero una desatención imperdonable de los medios mexicanos. La sala de prensa del pabellón de México siempre estuvo repleta de reporteros de radio, televisión y prensa escrita franceses, entrevistando a los escritores invitados. Durante una semana la literatura mexicana tuvo una relevancia que ni en México se le otorga, pese a las innumerables ferias de libro, congresos de escritores y etc. No es cuestión de cantidad o de cumplir con determinadas cuotas presupuestales y burocráticas, sino de calidad y propósitos claros. Como bien dijera en entrevista a Proceso 1682, Mónica González Dillón, funcionaria de CONACULTA, en ningún lugar del mundo es fácil ser escritor, tampoco en México, por lo que es momento de darles lugar.
Para dar un ejemplo, tan sólo por la eficacia y profesionalismo del área de prensa de Les Allussifs, una editorial pequeña pero con un muy buen catálogo de autores de todo el mundo; días antes de que comenzara el evento mi libro ya había sido reseñado en varias revistas, suplementos culturales, programas de radio y televisión; y a mi llegada a París fui objeto de un número similar de entrevistas y distinciones de parte de medios importantes de radio, televisión y prensa escrita, sin contar con que una crónica mía sobre “La Mataviejitas” fue traducida por un importante semanario francés y presenté Chambre pour personnes seules en un auditorio repleto del Salón du Livre, acompañado de dos prestigiosos académicos franceses especializados en literatura mexicana. Ahora sí entendí lo que significa que nadie es profeta en su tierra.
J.M. Servín entrevista durante el Salon du Livre de Paris 2009 www.ameriquelatine.msh-paris.frJUEVES, MARZO 26, 2009
J.M. Servín
Vídeo enviado por slal
De manera similar fueron tratados los demás escritores según su grado de importancia y publicación en sus editoriales francesas. Más no se puede pedir.
Por lo mismo quedó exhibida la pedantería y arrogancia de los enviados de Canal 22, cuya cobertura se esmeró en captar todos y cada una de los desplantes y monerías de sus favoritos y patrón, quienes a su vez se encargaron de hablar por un país como si fueran emisarios oficiales del gobierno y la cultura de México. ¿Quién se los pidió? ¿Quién les otorgó semejantes funciones? Álvaro Cueva lo expone así en su columna de Milenio del 20 de marzo de 2009, refiriéndose a la cobertura de Canal 22: “Qué personajes más egoístas y sangrones. Cómo se nota que la mayoría de ellos lo único que les interesa es lucirse, presumir su sabiduría y despreciar cualquier cosa que se venda o que salga de sus esquemas elitistas. (…) Pero para desfiguros el de Jorge Volpi (…) en Francia se puso a hablar a nombre de Once TV México y de toda la televisión pública de nuestra nación”.
Durante una entrevista para Radio France Internacional
Alexandre Sánchez, una bella asistente editorial de Les Allusifs; paciente traductora durante las entrevistas a medios
Como país atrasado a niveles indignantes, creo que somos presa de un incurable resentimiento que provoca toda clase de protagonismos y descalificaciones según se presente la oportunidad. A ello atribuyo el escaso interés de los medios informativos nacionales en su seguimiento del Salón du Livre.
Los escritores mexicanos tenemos una bien ganada fama de engreídos y amafiados, y bien ganado tendríamos también el desinterés de los medios en cubrir presentaciones de libros y demás. Pero en el caso al que aludo es diferente y sólo hasta cierto punto entiendo la falta de empatía de los medios, aun cuando realmente vale la pena destacar los logros de un grupo de individuos que han arriesgado por un proyecto de vida destinado, salvo excepciones, al fracaso en un país donde la lectura es un estorbo. Quizá de ahí el cinismo y las politiquerías que se respiran en la provincia mexicana de las letras. La venta, según reportes extraoficiales, de más de 22 mil ejemplares en menos de una semana de feria del libro en París no pareció impactar a nadie, será porque los escritores actuamos en el entendido de que no vivimos de nuestros libros y un acontecimiento de venta colectiva como el presenciado en Francia, no nos dice gran cosa, pese a que tal cantidad es casi imposible de alcanzar por los más de cuarenta invitados durante un año de ventas en las librerías de México.
Me queda la duda, entonces, de saber qué escritores mexicanos provocan un verdadero interés más allá de nuestro país, y si acaso son leídos como para presumir unas regalías constantes y jugosas que justifiquen tanta arrogancia en algunos escritores presentes (incluso como colados) en el Salón du Livre. Sus desplantes de diva están muy por encima de su obra. Bukowski tenía mucha razón cuando afirmaba que la escritura atrae a los farsantes. ¿Qué será?, se preguntaba en el ocaso de su vida: “Los escritores son los más difíciles de soportar, en la página o en persona. Y son peores en persona que en la página, y eso es bien malo”.
Descubrí a algunos de ellos muy ufanos en llamar la atención como si hubieran sido invitados a la corte de Versalles, sólo les faltaba un pañuelillo de seda y el rapé. Un escritor es un hombre como cualquier otro, y su actitud ante la vida no explica su escritura, ni la hace trascendente. Durante esa semana en París me di cuenta y de lo mucho que hace falta saberlo.
Confirmé lo fortuito y misterioso que resulta tener éxito y lectores, y que si me mantengo alerta quizá algún día terminaré de comprender por qué la arrogancia, cuando no es transmitida por los dioses, sólo hace más evidente la presencia de los impostores.
1 comentario:
Va una liga a un texto publicado en Magis:
http://www.magis.iteso.mx/content/m%C3%A1s-de-una-raz%C3%B3n-para-leer-autores-mexicanos
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