miércoles, octubre 06, 2010

El fugitivo en motocicleta (publicado en la revista Día Siete 523)

portada
Con la publicación en 1970 de El Derby de Kentucky es decadente y depravado, para la gaceta deportiva Scanlan´s Monthly, el periodismo contemporáneo daría un golpe de timón definitivo. La subjetividad, pero sobre todo la introspección delirante, serían elementos recurrentes a una narrativa de la realidad que escritores como Truman Capote habían comenzado a explorar magistralmente con su novela de no ficción A sangre fría, publicada en 1959, paradigma de lo que luego se conoció como Nuevo Periodismo.
Hunter S. Thompson, en aquel entonces un joven ávido de fama y aventuras, escribió un peculiar reportaje por encargo sobre carreras de caballos, que de inmediato le daría celebridad como creador del “periodismo gonzo”. Eran una voz y un estilo nunca antes vistos. Thompson tuvo que emplear circunstancialmente una descripción maniática y subjetiva en primera persona, desesperado porque enfrentaba un cierre de edición. Sin más tiempo para cumplir con el encargo, Thompson arrancó las notas de su cuaderno de apuntes y las mandó sin revisar por fax a su editor. Estaba seguro  que sería despedido pero ocurrió todo lo contrario.
A grandes rasgos, su aportación consistió en convertir al reportero en un desquiciado protagonista de los hechos narrados y, como si éste observara su entorno bajo un microscopio, dar preponderancia al ambiente por encima del hecho mismo o del dato duro. Digamos que trasplantó los principios del  surrealismo al reportaje, es decir buscaba descubrir una verdad con escrituras automáticas, sin correcciones racionales, utilizando imágenes para expresar sus emociones, pero que nunca seguían un razonamiento lógico.

El origen del “Doctor Gonzo”
Hunter Stockton Thompson es una leyenda de la contracultura estadounidense. Nació en Lousville, Kentucky el 18 de julio de 1937 y murió el 20 de febrero de 2005 en su rancho de Woody Creek, Colorado, disparándose en la cabeza con una escopeta. Durante su juventud se enlistó en la fuerza aérea de su país y se convirtió en reportero del periódico de la base militar de Eglin, Florida. Al mismo tiempo escribió para diarios locales violando el reglamento militar. “A veces, su actitud de superioridad y rebeldía parece contagiarse en otros miembros de la tropa”, diría del recluta uno de sus superiores en Eglin.
Al darse de baja se muda a Nueva York y trabaja como redactor para la revista Time. Thompson aprovecha el horario laboral para copiar en su máquina de escribir El gran Gatsby, de Scott Fitzgerald y Adiós a las armas, de Ernest Hemingway, argumentando que quería aprender del estilo de ambos autores. Fue despedido por insubordinación.
En 1960 viaja a San Juan, Puerto Rico, para trabajar como freelance en varias publicaciones. En un corto lapso escribe dos novelas bastante buenas, Prince JellyFish y la autobiográfica The Rum Diary, publicada en 1999, mucho después de que Thompson se hiciera famoso.
  En 1965 el editor de The Nation, Carey Williams le propone escribir sobre su experiencia con la banda de motociclistas Hell Angels.  Thompson había vivido un año con ellos hasta que sospecharon que ganaba dinero a sus costillas. La banda exigió parte de las regalías y todo terminó con una golpiza al infiltrado. Una vez que se publicó el artículo, Thompson recibió ofertas para escribir un libro sobre el tema. En 1966 Random House ganaría la exclusiva titulada Hell Angels: la extraña y terrible saga de las bandas forajidas de motociclistas.

Por siempre forajido
Thompson representa el espíritu salvaje de una época de incorrección política que parece extraña en nuestros días. Personificó hasta sus últimas consecuencias el lema “sexo drogas y rocanrol”. Y no es gratuito relacionarlo con otros paradigmas de la contracultura pop: la película Easy rider, dirigida e interpretada en 1969 por el recientemente fallecido Denis Hopper, la literatura Beat (Miedo y asco en las Vegas es un road story mucho más demencial y nihilista que On the road, de Jack Kerouac) y el rock sicodélico.
La revista Rolling Stone publicó mucho de lo mejor del trabajo del reportero. En su primer entrega, Thompson narra su experiencia como candidato a sheriff del condado de Pitkin, representando al partido Freak Power. Perdió por un estrecho margen de votantes: había prometido la despenalización de las drogas y no así del narcotráfico, al que desaprobaba por completo. Hacer de las calles áreas peatonales empastadas, entre otras “descabelladas” propuestas, lo convierten en un visionario de las agendas políticas en discusión hoy en día.
Thompson explicaría alguna vez refiriéndose al origen de “gonzo”: “un amigo mío en Oakland lo utilizaba, siempre pasadísimo, para referirse a esos sujetos que tienen la mente peor que los locos”. Esto no es precisamente cierto, pues el término ya había sido utilizado antes por el pianista de blues James Booker y por el novelista Ed McBain.
Pese a la abundante obra del “doctor Gonzo”, su valoración entre el gran público reside en Miedo y asco en las vegas, publicada en 1971 y llevada al cine por Terry Gilliam en 1998. Este híbrido de periodismo y ficción condensa lo mejor del ars narrativa de Thompson. En compañía de su abogado, el “doctor Gonzo” emprende un viaje a bordo de un Chevrolet Impala descapotable hacia las Vegas. El propósito es cubrir una carrera de motos pero circunstancialmente se involucran en un congreso del FBI sobre drogas en esa ciudad. El relato simboliza la búsqueda del sueño americano, tan idealizado en la literatura beat, pero llevado a un punto extremo. Drogas, Vietnam, la adicción al juego, violencia y paranoia forman parte de la pesadilla de una sociedad tan indulgente como punitiva que Thompson supo explorar a fondo en esta obra.
Nadie podría reprocharle a Thompson su activismo político sostenido en parte por un ego monstruoso que acabó por dejarlo atrapado en el personaje que creó de sí mismo. Fue un iconoclasta en la tradición literaria estadounidense y enorme influencia para escritores de otros países. Su obra es una puesta al día a la literatura humorística de Mark Twain. Como bien apunta Tom Wolfe, la escritura de Thompson fue en parte periodismo y en parte testimonio personal entremezclado con una inventiva salvaje y poderosa inspirada en la extravagancia de una civilización joven. Al día de hoy “gonzo” se ha convertido en un sinónimo de lo estrambótico y desbocado y se aplica a cierta clase de fotografía, televisión y pornografía.
El cronista, retomando la figura de Hunter S. Thompson, aficionado a las armas de fuego, es un cazador con una sola bala en su rifle. Sobrevivir al tedio informativo y a la indiferencia de los lectores, depende de su buena puntería aunque en ocasiones, como ocurrió con el “doctor Gonzo”, el disparo vaya dirigido contra sí mismo.

No hay comentarios.: